Nacimiento del Museo

El Citlaltépetl, la montaña principal de México el reconocido Pico de Orizaba es un volcán ubicado en los límites territoriales de los estados mexicanos de Puebla y Veracruz, quien presencio lo que a continuación les presento.

A las faldas de este volcán se localiza la comunidad de Jacal, un pequeño poblado donde fue enviado a vivir por designios de su Padre a la edad de 15 años el pequeño Miguel Ros, era el año de 1960 las creencias educativas eran distintas y para los padres era importante que los hombres de la familia conocieran el trabajo duro en el campo y forjaran carácter.

Siendo ya un joven Miguel se adaptó a la vida en la montaña, realizando diversas labores del campo y la agricultura, todo su mundo era la naturaleza que lo rodeaba, los bellos valles cubiertos de bosques y la caída de nieve en ciertas fechas del año llenabas sus manos de alegría, la vista que tenía en sus amaneceres era única, el ambiente de campo lleno de paz, arropaba su corazón lejos de casa; este momento es crucial en la vida de Miguel Ros, rodeado de toda esta naturaleza tiene su primer encuentro con los llamados yamadoris sin saber aún que eran, que  significaban y que importancia  tendrían en su vida.

5 largos años vivió en ese ambiente natural y fue a los 20 años cuando acompañó a su abuelo de viaje a  España y conoció  a la mujer que sería el amor de su vida, Doña Consuelo Romero Chova.

Un historia como pocas ya que tiene lugar en una heladería de la provincia de Valencia donde vio por primera vez a la joven Consuelo Romero, el pregunto quién era esa bella mujer que había llamado tanto su atención, pidió se la presentaran y tal pareciera que ese momento estaba escrito, en los pocos días que el Miguel estuvo en España basto para que iniciaran una relación y cuando llego la hora de regresar a México le prometió a Consuelo que  volvería.

Paso poco más de un mes y Miguel regreso a España a pedirle matrimonio a Consuelo, ella acepto y entonces como matrimonio llegaron a México, formaron una singular familia y tuvieron 3 bellas hijas, trabajaron juntos para construir su hogar y un negocio importante en el ámbito del acero.

El volver a su trabajo y familia nunca hicieron desistir a Miguel  Ros de volver a encontrarse con ese mundo natural que lo formo en sus años de juventud, y por ello desarrollo una gran afición a las plantas y árboles pequeños, llamados bonsái…

En alguno de sus tantos viajes de negocios y acompañado en aquella ocasión por su yerno Raúl Reissner en Atlixco  Puebla, al parar a comer en un pequeño y agradable restaurante se reencontró nuevamente con el mundo bonsái. Finalizo  sus alimentos en el restaurant y  llamo la atención de Miguel  un pequeño bosque que alcanzaba a ver  en la parte trasera del lugar, inmediato paso a conocer que era lo que a lo lejos veía y entonces descubrió que era una pequeña colección de bonsáis del Ing. Emidgio Trujillo, platico con él un largo lapso de tiempo y termino por comprar un par de árboles sin ninguna transcendencia ya que los exhibidos formaban parte de la colección del Ing. Emidgio.

Desde ese momento el bonsái se volvió el principal hobbie del Miguel Ros y un arte que lo llevaría a sobrellevar cualquier situación de su vida.

En ese momento el Ing. Trujillo lo invito a tomar clases con el pero por sus tiempos en su negocio  le era imposible tomar las clases, sin embargo platico con sus jardineros si le interesaría aprender ese arte y ellos aceptaron gustosos, por un largo periodo de tiempo estuvieron asistiendo a clases y aprendiendo.

Con el correr de los días Miguel fue conociendo más del tema y al mismo tiempo encontrándose con sin sabores, no faltaron personas que lo engañaron con especies y precios de árboles que no lo merecían, sin embargo es parte del andar en el camino y no todo fue malo, las malas experiencias le sirvieron para aprender y descubrir buenos amigos, como cuando nuevamente en uno de sus viajes por la Cd de México, rumbo a Malinalco  conoció a Felipe de Jesús Gonzáles Montesinos  al cual llamaba ermitaño por no participar en los eventos del bonsái en México y dar a conocer sus árboles que para Don Miguel eran buenos, se identificó con él y desde entonces a la fecha guardan una valorada amistad de respeto  y admiración.

Don Miguel no se quedaría  tranquilo con lo aprendido con el Ing. Trujillo y en uno de los congresos que asistió conoció a Pedro Morales un maestro de Puerto Rico de Bonsái, primero envío a sus jardineros para aprender y más tarde invito a conocer su colección de árboles a Fortin a Pedro Morales,  a su llegada realizo un muy buen trabajo con el material que encontró.

Al mismo tiempo los jardineros ya habían tomado un par de cursos con Invernizzi y con Benavente maestros ya reconocidos en el mundo bonsái.

Ya estaba más que encantado con este arte el señor Miguel  Ros así que se empeñó en darle difusión a su  proyecto de divulgar el bonsái para que cada día fueran  más los que practicaran este arte, para ello gracias a todo el trabajo que había realizado ya de adquirir árboles y los maestros que los habían trabajado decidió por el  impuso y siempre apoyo de su esposa la Sra. Consuelo (+) solicitar a Conaculta  (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes ) el registro del lugar como Museo, ya reunía los requisitos que pedía este consejo y fue casi inmediato ya era el año 2008 y entonces una parte de ese sueño se consolidaba,  con la entrega de ese reconocimiento el Museo Tatsugoro A.C.